domingo, 13 de noviembre de 2011

En todas partes cuecen habas (Part 2)

En casi todos sitios cuecen habas, pero no en todos: hay uno donde solo cuecen ugali y beans, y es en el orfanato de Msongola, donde viven 19 niños y un encargado y donde trabajan Michele (que lleva tres meses y aun pasará otro) y Matteo (que lleva tres semanas y le queda solo otra), voluntarios italianos. Eso es lo que comen allí 12 de las 14 comidas de la semana, solo el domingo se pueden permitir comer arroz, que es más caro. El orfanato queda a 500 metros de la escuela y estos dias están construyendo unas duchas, gracias al dinero que Michele ha recaudado a través de donaciones y de varias actividades (exposición fotográfica, noche cultural africana) que ha organizado en Italia. Dado que me queda cerca, estos días he estado yendo a ayudar en lo que hiciese falta (aunque hay que decir que uno de los dias en vez de ayudar me cargué una pared... un niño se estaba colgando de una pared a medio hacer y yo le imité y la pared se vino abajo. No me pasó nada porque mi cabeza es más dura que las piedras -literalmente, eran de arenisca de estas que puedes romper con las manos). Parece que también van a tener dinero suficiente para construir una cocina y un comedor (ahora cocinan en un habitáculo de dos metros cuadrados (cuatro paredes donde hacen un fuego con ramas) y comen en una habitación con pupitres y pizarra que debería servir para que estudien y hagan los deberes.

Los niños del orfanato de Msongola son la pera limonera. Tienen entre 6 y 16 años y son como una gran familia que cuidan los unos de los otros. Son alegres y super cariñosos y educados con nosotros (aunque no hablan nada de inglés... ahora entiendo por qué Michele habla tan buen swahili). Cada día nos lavan los tuppers de la comida y nos acompañan hasta la carretera (unos 10-15 minutos) y siempre insisten en llevarnos la mochila. En general, cualquier trabajo que haya que hacer quieren hacerlo siempre ellos, y si les ofreces ayuda te dicen que no, aunque no puedan con su alma. Los voluntarios repartimos nuestra comida (generalmente arroz o pasta) entre los chavales, y nosotros comemos también ugali y beans. Así pueden variar aunque sea un poquillo. Nunca hay peleas en el reparto, y si le das la comida a uno de ellos y le dices que es para todos puedes estar completamente seguro de que todo el mundo va a recibir su ración.

Dado que no todos los niños son verdaderos huérfanos (algunos tienen familia, pero sus padres no tienen recursos para mantenerlos y los llevan alli), no tienen ningún tipo de ayuda del gobierno, y sobreviven únicamente a base de donaciones. Donaciones que invariablemente se pierden si pasan por las manos del director del orfanato. El director nunca está allí, pero si se entera de que alguien ha donado comida cara (por ejemplo, carne) aparece con un camión y se la lleva. Por tanto, si uno quiere hacer cualquier cosa y que repercuta en los chavales, tiene que ser a espaldas del director. Por ejemplo Michele no le ha informado de las obras, ni tampoco de que el fin de semana pasado ha recibido una donación de 60,000 Tsh. Con ese dinero va a intentar cambiar mínimamente la dieta de los chavales durante 3 semanas, sustituyendo las beans de una de las dos comidas de cada día por espinacas, guisantes, patatas o pescado. Me permito recordar que 60.000 Tsh son 30 euros y que en el orfanato viven 19 niños y el encargado, pero Michele está haciendo un trabajo realmente bueno y estirando el dinero como si fuera un chicle Boomer. Cuando pienso en eso me da todavia más rabia los 20,000 Tsh que me robaron en Zanzibar.

Hoy el director ha despedido al encargado, que era una persona de Malawi bastante simpatica y que encima hablaba ingles ademas de swahili, cosa que no es trivial por aqui. Parece que en los ultimos tiempos el director se dedica a contratar una persona, pagarle el primer mes y luego dejar de hacerlo. Cuando el trabajador se cansa y se pira, pues contrata a otro y listo. Esta vez ni siquiera ha hecho falta esperar a eso: han encontrado a otro trabajador dispuesto a hacerlo por menos dinero (el hombre de Malawi se supone que cobraba 70.000 Tsh al mes -del ultimo mes todavia no ha visto un duro- y el nuevo a ha aceptado cobrar 50.000/mes, es decir, 25 euros/mes). Para los ninyos, evidentemente, no es lo mejor cambiar de encargado cada dos meses, pero aqui no parece que los ninyos importen demasiado.

En Tanzania en general no hay problemas de agua: hay cantidad de agua subterránea, por lo que los pozos abundan. Sin embargo en el orfanato también tienen un problema con esto, dado que el pozo está a 10 minutos y 20 personas necesitan mucha agua (más ahora, dado que los obreros necesitan agua para el cemento). Hay un depósito de agua más cerca, pero el dueño pide dinero por usarlo. Michele está en negociaciones para ver si llega a un acuerdo. Aunque me de verguenza reconocerlo, hasta los niños de 6 años pueden llevar más agua que nosotros. Se ponen el cubo de agua en la cabeza (a veces un cubo que pesa tanto como ellos) y a tirar millas. Yo tengo que parar dos o tres veces por el camino y cambiarme el cubo de mano, pero ellos lo hacen de un tirón. He intentado la táctica cabecil, pero mis cervicales no lo han agradecido.

En mi casa me han dado una bici (una Giant un poco antigua pero con horquilla con suspensión, un verdadero lujo) con la que me muevo entre el pueblo y el centro de Uvikiuta (unos 3-4 kilometros). Ahora trabajo menos en casa porque tenemos una "housekeeper" que vive con nosotros (no se si la han contratado como consecuencia de lo mal que lavaba yo los platos, pero es una posibilidad). Me alegro por mi hermana pequeña Leah, porque ahora ella también trabaja menos. Básicamente lo que más hago (también en casa) es ir a por agua al pozo (en este caso el pozo está a 20 metros), con lo cual creo que cuando vuelva a España me podré sacar el máster de pocero. Prometo en una próxima entrada una clase de teoría y práctica sobre este tema.

En el instituto sigo sin acabar de acoplarme. De Física hemos dado cuatro clases y la verdad es que han sido bastante malas todas ellas. Empecé intentando darles un tema en detalle (espejo, lentes y luz en general). Luego cambié de idea e intenté hacer un overview de todos los temas que no han dado, pero la verdad es que condensar 9 temas en dos o tres días es imposible. Finalmente hablé con los estudiantes y ellos me dijeron que querrían hacer más ejercicios. Así que he intentado hacer algunos ejercicios en la pizarra, explicando la teoría necesaria sobre la marcha. Nada de ello ha funcionado muy bien y tengo la sensación de que he desperdiciado las cuatro clases, pero es que es muy difícil empezar a enseñar casi a final de curso y sin que hayan visto nada de nada antes. En matemáticas la cosa ha ido un poco mejor, aunque tampoco estoy contento del todo. Creo que últimamente estoy haciendolo mejor. El ultimo dia estabamos hablando de latitud y longitud y me llevé una naranja para explicar lo que eran los paralelos y los meridianos y también dos o tres Atlas que encontré en la biblioteca de Uvikiuta. Hice una competición entre tres alumnos para que intentaran darme las coordenadas de Dar es Salaam con la mayor precisión posible y el que ganó se llevó la naranja. Creo que tengo que hacer más cosas similares para motivarles y tengo que llevar las clases super organizadas, porque (al tener que escribir absolutamente todo en la pizarra) cada segundo es precioso. Muchos días quería haberles mandado ejercicios para casa y al final no me ha dado tiempo por no haber planeado bien la clase.

Por supuesto no hay fotocopiadora ni impresora en la escuela, ni siquiera en el pueblo de la escuela; las fotocopias las tengo que pagar a 5 céntimos de euro cada una en Mbande, por lo que tampoco puedo abusar de este recurso. Otra cosa que me está dando bastantes problemas es que en casa no tenemos electricidad: usamos dos baterías, pero solo hay una lámpara en toda la casa, en el comedor (en el resto funcionamos con lamparas a pilas). Ello hace que trabajar desde que anochece sea muy difícil. Aquí (ya lo dije en alguna otra entrada) el ritmo de vida se ajusta a las horas de sol. A las 19 anochece. Después de eso se cena y poco más, a las 21 - 21.30 todo el mundo está ya en la piltra y a las 5.30, que es cuando empieza a haber luz, la gente empieza a ponerse en pie de nuevo. Incluso su sistema horario es distinto: el tiempo en swahili tiene seis horas de diferencia con el tiempo en inglés, de modo que para ellos el día comienza a las 6 de la mañana (las 7 de la mañana son "saa moja asubuhi", es decir, "la una de la mañana") y acaba a las 6 de la tarde, que es "saa kumi na mbili magharibi" ("las 12 de la noche"). La verdad es que parece un sistema bastante lógico, sobre todo para un sitio donde los días duran aproximadamente lo mismo durante todo el año.

Pero estaba hablando de las dificultades del día a día como profe...aunque parezca una tontería, no tengo calculadora aquí (no lo pensé) y ese es otro problema: si uno está preparando ejercicios y tiene que hacer cada multiplicación o división a mano pierde el doble de tiempo. Lo puedo hacer en el ordenador o en el móvil, pero muchas veces tengo el móvil o el ordenador sin batería porque cargarlos es difícil dada la falta de electricidad. Cada vez que quiero internet tengo que ir a Mbagala, lo cual implica una hora de trayecto y 1600 Tsh...Fotocopias, calculadora, falta de luz y de internet, idioma...son pequeñas cosas que hacen que me esté resultando muy difícil enseñar aquí. Ahora tengo un mes y medio para intentar pensar como organizarme de la manera más eficiente posible, también para intentar poner en marcha el laboratorio. A ver si lo consigo!

El 16 de noviembre acaban las clases y empiezan los examenes regionales, que básicamente solo sirven para ver como van yendo los alumnos, pero no tienen consecuencias directas sobre su futuro. El examen importante, a nivel nacional, lo hacen el año que viene, al final de Form IV, una especie de selectividad. He estado hablando con la gente de la organización y parece que existe la posibilidad de seguir dando clases en diciembre si hay alumnos interesados. Dado que no han hecho prácticamente fisica en todo el año, deberían estarlo...pero como las clases de fisica han sido una castaña...veremos. Si no, tambien existe la posibilidad de dar clases en Uvikiuta a chavales de los pueblos de alrededor que quieran venir. Por otro lado estoy pensando muy seriamente en implicarme más a fondo en el orfanato. Realmente me gusta mucho estar allí, Matteo se va dentro de diez dias y Michele el 20 de diciembre. Es poco probable que antes de eso llegue ningun otro voluntario, y yo voy a estar yendo a Msongola al menos hasta marzo. Si sigo yendo al orfanato, por un lado los chavales no se quedan solos y por otro puedo hacer de enlace entre Michele y un eventual futuro voluntario, para que no tenga que empezar de cero. Sigo con la idea de que me gustaría mucho dar clases de español...muchas ideas, muchos proyectos, pero primero tengo que organizarme para ser eficiente!!

En todas partes cuecen habas (Part 1)

Pero, para ser sinceros, en Tanzania lo que mas cuecen es arroz: estoy ya que me sale por las orejas. Hace dos miércoles fue un día histórico: el único día desde que estoy aqui (que yo recuerde) que no probé ni un grano de arroz. No está mal, después de mes y medio. Pero atención, que hay más (por favor, las personas fácilmente impresionables, que se abstengan de leer lo que viene a continuación): ese día tampoco tomé "beans" (judías pintas). Un hecho tal no se producía en una familia tanzana desde 1974 (creo que la televisión local quiere hacerme una entrevista). Ignoro las causas de tan (gastronomicamente hablando) inusual jornada, pero sospecho que posiblemente era el día nacional de la patata, dado que al mediodía tomé "chips mayai" (literalmente "patatas huevos", es una especie de tortilla de patata local pero con patatas fritas y una consistencia más bien escasa) y por la noche patatas guisadas con carne y verduras. En cualquier caso, de patatas tampoco es que vayamos sobrados en la dieta, así que bienvenidas sean.

En todos sitios cuecen habas, y en todos sitios hay buena y mala gente. Junto a muchas y buenas experiencias (más de una persona en Dar, por ejemplo, se ha desviado de su camino por acompañarme e incluso me ha pagado el billete en el daladala), hace dos fines de semana tuve mi primera experiencia realmente mala desde que estoy aquí. Fue en mi visita a Zanzibar, donde sufrí la enfermedad comúnmente conocida como "turistus pardillus". La versión corta de la historia es que un tipo me birló las gafas de sol de la mochila y tuve que pagar 20.000 Tsh (unos 10 euros) para recuperarlas. En cualquier caso, las versiones cortas son para las nenazas y la historia completa no tiene desperidicio (sobre todo si la cuento yo, que molo todavía más que la historia), así que les animo a continuar leyendo.

Pues allí estaba yo, 8 de la tarde, junto a parte de los voluntarios del campo de trabajo de Kilimanjaro (Carmen de Suiza, Haelim de Corea, Sara de Italia y Laura de Francia) en un mercado de pescado que hacen en Stonetown (la principal ciudad de Zanzibar) cada noche, delante del mar. Hay como 40 o 50 mesas que se dividen en dos tipos: las que ofrecen "Zanzibar pizza" (pizzas de distintos tipos -incluyendo banana o chocolate- y que están bastante buenas, la verdad); y las que tienen
distintos tipos de brochetas de productos marinos (pulpo, calamar, langosta, barracuda, atún, emperador, gambas, y todo bicho oceánico que uno se pueda imaginar, todas las brochetas, eso sí, a "mzungu price", precio para blancos, como no podía ser de otra manera en un sitio tan turístico como Zanzibar). Así que uno se pasea por las mesas, elige las brochetas que quiere, se las churruscan en un par de fuegos comunes que hay por ahí y voilà. Como todas las mesas tienen básicamente lo mismo, se produce el efecto que he bautizado como "falso rafiki": todo el mundo es lo más pegajoso posible y se inventa las historias más descabelladas (por ejemplo "¿que te llamas Javier? Mi primo pequeño se llama Habil! Tiene 5 meses y nada más nacer lo tuve entre mis manos...es una monada, tienes que comprar en mi mesa, hazlo por Habil!") con el unico propósito de caerte bien y que les compres a ellos. Sinceramente, lo detesto, me cansa y me produce una tristeza extraña que no se muy bien como explicar.

Una vez hube decidido la mesa en la que iba a comprar (básicamente a pito pito gorgorito, porque ya digo que todas tenian lo mismo) y elegido los productos y cuando ya me los habían traido del fuego y estaba a punto de recogerlos, noté algo detrás. Por un momento pensé "a ver si me están robando", pero me dije "bah, no, simplemente es que esto está lleno de gente y este tipo tan simpático con gorro de rastafari se ha tropezado conmigo". Cinco minutos después, sin embargo, cuando me junte de nuevo con las chicas, descubrí que la hipótesis inicial era la acertada y que mis gafas de sol no estaban. Después de lanzar cinco o seis "fucking bastard", pensé que tal vez si me paseaba por la zona lograba ver al tipo rastafariense. Así que me di una vuelta y decidi preguntarle a una de las 3 personas que despachaban pescado en el puesto donde yo lo había comprado. El tipo, después de escuchar mis penurias, me dijo "ah sí, ya sé quien dices, le conozco bien. Es una mala persona, siempre esta por aquí haciendo alguna. Vamos a intentar buscarle, pero aunque le encontremos, probablemente va a querer dinero por las gafas, eso si no las ha vendido ya". Así que le dije que si le encontrábamos estaba dispuesto a pagar hasta 10.000 Tsh y me dispuse a seguirle con toda mi buena voluntad.

Mi buena voluntad, sin embargo, se fue transmitando poco a poco en intranquilidad manifiesta: el hombre se estaba comportando de manera un poco extraña y además (despues de un par de vueltas infructuosas por el mercadillo) había comenzado a conducirme a hacia un sitio oscuro como la boca del lobo. Para completar el panorama, un par de amiguetes suyos con apariencia más bien siniestra (uno de ellos arrastraba la pierna al estilo jorobado de Notre Damme) habían aparecido de la nada y, después de intercambiar unas palabras en swahili con el tendero, se habían unido a la fiesta. Todo ello me pareció indicar una clara intención desplumatoria así que en un momento dado me planté y le dije al tendero que no daba ni un paso más, y que por favor fuese él y volviese con las gafas o con el tipo. El hombre intentó convencerme de que no habia ningun peligro y de que siguiésemos, pero a esas alturas yo estaba ya para pocas bromas y creo que él lo entendio. Así que se adentró en lo oscuro y yo me quedé con los dos tipos siniestros en un sitio donde todavia había seres humanos no implicados en actividades criminales.

Después de 3 minutos el tendero volvió y me dijo que había encontrado al tipo rastafariense pero que lamentablemente ya había vendido las gafas. Yo, con la fly behind the ear, le dije que me parecía extraño que a esas horas y en menos de 10 minutos hubiera conseguido colocar las gafas a nadie. El tipo se enfadó un poco "¿qué pasa que no confías en mí? ¿Yo estoy tratando de ayudarte y tu me dices que miento?" Sin embargo, 15 segundos más tarde estaba diciendome que tal vez por 20.000 Tsh se podía hacer algo, confirmando las sospechas de que él también estaba en el ajo (incluso es muy posible que me las hubiese robado él directamente) y de que había hecho muy requetebien no acompañándole. Yo le dije que 15.000, pero el tio se volvio a cabrear ("tu no quieres recuperar tus gafas, estoy perdiendo mi tiempo, me piro!") y me dio miedo seguir regateando (yo sabía muy bien que nadie, ni siquiera un mzungu, habría pagado 20.000 Tsh por unas gafas de sol, pero no recuperarlas significaba mucho más dinero), así que entré al trapo y le dije que OK. El tipo volvio a los oscuro y completamos la transaccion.

10 minutos más tarde y animado por mis acompañantes decidí que la cosa no podía quedar así, y decidí tensar la cuerda un poco: volví al puesto de pescado y me lancé un farol (le dije al tio que iba a llamar a la policia para contarles lo que había pasado), pensando (ingenuo de mí) que lo mismo se asustaba y me devolvía el dinero. Al tio solo le faltó echarse a reir, me dijo que fantastico, "hakuna matata" (ningún problemaaa, puedeeee hacermeee sufriiiir) y siguió vendiendo pescado. Hablando con la gente descubrí que la comisaría estaba relativamente cerca, así que decidí perder el tiempo e ir hasta allí. El policía me acompañó al mercado, donde por supuesto ya no había ni rastro del tendero (en su puesto quedaban las otras dos personas) ni de sus coleguitos. El policia estuvo sonscando a la gente, que le proporcionó informaciones a cada cual más útil ("sí, conocemos al tipo. Se llama Pedro Perez, y vive en algún sitio, pero no sabemos donde. Vende por aquí de tanto en tanto, pero ahora se ha ido y no sabemos cuando volverá". Especialmente amable estubo el tipo con un primo llamado Habil: "te dije que compraras en mi puesto. No has comprado, ahora yo no te conozco"). El policía se quedó más que satisfecho con la información, así que volvimos a comisaria, levantó atestado, me dijo que si volvía a ver al tendero le avisara y pegó carpetazo.

Uno puede pensar que 20,000 Tsh (insisto, 10 euros) es poca cosa, pero aquí con esa cantidad de dinero uno puede comer entre 4 y 8 veces o tomarse 40 Coca Colas o 20 cervezas en un bar: es MUCHO dinero. Además, y aunque podemos decir que logré minimizar los males (no sufrí ningún daño, evité ser desplumado en mi totalidad y recuperé las gafas), se te queda un mal cuerpo que te cagas y una sensación de "tonto l'haba" de la que es difícil desprenderse.

Más allá del incidente, Stonetown me produjo una mezcla de sensaciones. El sitio es indudablemente bonito, con sus enormes casas coloniales, sus puertas con arrepujados y trabajos de orfebrería y sus callejuelas estrechas, su mercado de especias y una playa desde la que hay una puesta de sol alucinante, con barcos de vela tradicionales pasando por delante del sol que se pone. En el lado negativo, es turístico hasta la sociedad: he visto más mzungus alli que en el mes y medio que he pasado en Dar en Salaam. Ello implica que no se puede pasear tranquilamente sin que alguien (y a veces, peor aún, alguien completamente fumado) te de la brasa tratando de venderte algo o simplemente de acompañarte para pedirte una propina sin haber hecho nada tangible más que molestarte. Ocho de cada nueve comercios (y puede que me quede corto) son tiendas de souvenirs. Si solo pasas un día por allí, te puede parecer que las cosas que tienen son alucinantes y muy especiales, pero cuando llevas un mes en Tanzania te das cuenta de que casi todas las tiendas de souvenirs, desde Arusha hasta Stonetown, desde Moshi hasta Dar tienen exactamente las mismas cosas, las mismas pinturas de masais, el mismo ajedrez
con la silueta de África como tablero, las mismas esculturas, los mismos pendientes. En la playa hay una primera zona de "mzungus" con tumbonas. Allí están todos, como ovejas en un redil, mientras el resto de la playa está tomada por chavales locales de todas las edades. Ninguna de todas estas cosas me gustan (aunque los únicos culpables de que las cosas sean así, es indudable, somos nosotros, los turistas) y no quiero pensar como será en Diciembre, cuando la temporada sea alta (nota para mis progenitores: vamos a intentar ir a otras partes de la isla si es posible, tal vez un día en Stonetown pero luego podemos intentar ir hacia el norte -hacia Nungwi- o hacia el este)

Me quedo con la puesta de sol, me quedon con los chavales jugando al futbol (siempre con la camiseta de algún equipo europeo, sobre todo el Manchester o el Barcelona. Tengo que decir que en Tanzania el Barça mola mucho más que el Madrid, es alucinante, todos los días veo como 5-10 personas con camiseta blaugrauna y todos absolutamente todos los daladalas tienen alguna pegatina del Barça o de Messi) en la playa o haciendo gimnasia o chapoteando o haciendo competiciones de nado desde el muelle. Me quedo con Norman, uno de los chicos que trabajaban en la guest house donde nos alojamos y que cada vez que me veia me hacia enseñarle (por escrito) algo de español, y a quien le he prometido un libro en español cuando vuelva en Diciembre. Más allá de eso, prefiero mil veces Msongola, Mbagala o incluso Dar, por muy bonito que sea Zanzíbar, que lo es.