lunes, 14 de mayo de 2012

Blogman returns

Hoy hace un mes que comencé (después de tres semanas en España gozando de duchas de agua caliente, lavadoras y aceite de oliva) el segundo período de mi aventura tanzana, y me ha parecido un buen momento, al menos un tan bueno como otro cualquiera, para comenzar de nuevo a escribir en el blog. Vamos a ver si escribo un poco menos (intentaré limitarme a los 3.000.000 de caracteres por entrada) pero más frecuentemente...a ver si semos capases!

Antes de nada, me gustaría dar las gracias públicamente a la gente que ha recaudado y donado dinero, ropa u otras cosas para el orfanato: Víctor, Laia y Arnau, Lara, África y también mi señora madre, muchas gracias por vuestra ilusión y generosidad, ya iré explicando que vamos haciendo con el dinero.

Como algunos de vosotros ya sabéis, en esta segunda "stage" he decidido liarme la manta a la cabeza,  desligarme de la ONG con la que estaba colaborando e irme a vivir por mi cuenta. El motivo ha sido básicamente económico: después de 6 meses sin sueldo y con otros 6 en el horizonte, no está el horno para muchos bollos, y vivir por mi cuenta me sale considerablemente más barato.

Ahora vivo en Mbagala - Rangi3, conocida por algunos (al menos por uno) como "Ciudad-caos". Tengo una habitación relativamente grande que he tenido que amueblar yo (aquí esto de alquilar con muebles no se lleva), pero que ha quedado bastante cuca con su cama de 1.80 por 1.20, su mesa y su silla y su cortina de florecillas (fin del mobiliario). Tengo electricidad, lo cual es una mejora cualitativa ciertamente significativa, y agua dentro de la casa. No, no, no os asustéis: no he dicho que tenga agua corriente ni que haya dejado de ducharme con cubos ni nada parecido. Simplemente hay un grifo en el patio, así que se acabaron los viajes al pozo a las 6 de la mañana.

En la casa viven un par de familias de gentes tanzanas. Son gente joven (el que me alquiló la habitación tiene 31, hay otro de 27...) y en total debe haber como 7 personas (digo "debe haber" porque aquí hay un número de gente indeterminado que entra y sale como Pedro por su casa y en algunos casos, por raro que parezca, me resulta difícil dilucidar si son gente que vive en la casa o que está de paso), incluyendo un chaval de 16 años y una niña de 2. Les pago un poco de dinero extra y ceno con ellos y así no tengo que cocinar, cosa que, teniendo en cuenta que aquí "lo que se lleva" es la cocina con carbón, es una ventaja nada desdeñable. En total, con agua, electricidad y cenas, pago unos 50-55 euros al mes, precio que hace que a uno le den ganas de trabajar 3 o 4 años en Europa, hacer unos ahorrillos, y pasar el resto de su vida en Tanzania tocándose la barriga

Ciudad-caos está un poco lejos de Msongola, el pueblo de la escuela (1 hora de puerta a puerta si voy en daladala) y el daladala no es especialmente barato (unos 75 céntimos ida y vuelta). Sí, lo sé, he perdido un poco la perspectiva con esto de los precios; el otro día tuve un momento en que fui plenamente consciente de esto: fui a cortarme el pelo y en la peluquería habían subido el precio de 1000 a 1500 chelines (es decir, de 50 a 75 céntimos) pues menudo mosqueo que me llevé, macho! (Qué? Que ahora vale 1500?? Menudo robo!!). En las peluquerías tanzanas la tijera no es un artículo esencial, supongo que debido a las características del pelo tanzano, que no destaca precisamente por su finura. Eso sí, manejan la maquinilla como los ángeles: podrían recortarte las pestañas y los pelillos de la nariz y ni te enterarías. Y en el nada improbable caso de corte de electricidad, a veces incluso se animan a seguir con una cuchilla de afeitar de las de Gillette (me refiero a solo la cuchilla de metal, sin mango ni nada!). Bueno, a decir verdad esto solo me ha pasado un vez y cuando me estaba cortando la barba, no el pelo, pero he de decir que pase unos momentos críticos dado que le tengo un cierto aprecio a mi yugular y el tio no usaba ni espuma ni nada, cuchilla y a saco Paco. En la mayoría de peluquerías tienen un cartel (invariablemente el mismo) con 100 dibujos de diferentes peinados, algunos de lo más estrambótico, y tú tienes que decirle al peluquero cuál quieres. Claro, en mi condición de persona con "coronillus incipientus", de los 100 peinados hay 97 que son irrealizables, pero aún así te preguntan y te hacen pasar el mal rato.

El caso, decía, es que el daladala de Ciudad Caos a Msongola es un poco caro, así que he decidido comprarme una bici y así además hago ejercicio. He conseguido una bici bastante chula (ya os mandaré una foto), con lo cual he ampliado a 5 el número de ciudades donde me he comprado un velocípedo, cifra nada desdeñable.Tardo más o menos lo mismo (unos 55 minutos, de hecho), lo cual habla mucho y mal de la velocidad media del daladala tanzano, con la ventaja añadida de que llego bien despierto a base de arriesgar mi vida entre los daladalas que se lanzan constantemente al arcén a recoger pasajeros.

Bueno, vamos acabando con la entrada, que si bien la batalla de la brevedad ya la hemos perdido, intentaremos no caer al menos en la pesadez extrema. Hoy me he sorprendido a mí mismo tirando una cáscara de plátano a la calle. La verdad es que tampoco hay muchas mejores cosas que hacer con ella, dado que no hay papeleras ni servicio de recogida de ningún tipo. Según tengo entendido, hay algunas "dumping areas" pero tampoco tengo muy claro donde están. El caso es que aquí la gente tira su mierdecilla en cualquier sitio sin pensarlo demasiado y aunque a mí todavía me cuesta, pues allí donde fueres haz lo que vieres.

Otras cosas, sin embargo, funcionan mejor que en el primer mundo. Aquí cuando algo se estropea o se rompe se arregla una, diez y cien veces si es necesario, lo cual, personalmente, me mola. Por todos lados hay gente con máquinas de coser que arreglan ropa o que te la hacen si les llevas la tela, y también se cosen los zapatos rotos con un hilo fuerte que tienen a tal fin; por todos lados hay "fundi ya simu, ya redio, ya telivisheni, ya fridge, ya baiskeli.." (reparador de teléfonos móviles, radios, televisiones, frigoríficos, bicicletas). También las botellas de cristal (las latas apenas existen y las botellas de plástico solo prácticamente para el agua mineral) se devuelven y rellenan, y los cubos donde se vende el aceite son los que luego usa la gente para lavar la ropa o recoger agua o guardar cosas. Iguales o similares cosas hacíamos los españolitos en un pasado no tan remoto, pero poco a poco, lamentablemente, se ha ido imponiendo la cultura del usar y tirar. No solo en esto sino en otras muchas cosas (otro día ahondaré más en este tema) Tanzania se parece a cómo era España hace 40 o 50 años.

Bien, lo dejo por hoy. Abrazos y besos para todos y todas, especialmente para los papás y mamás recientes. Espero que después de tanto tiempo me quede algún lector!