domingo, 17 de junio de 2012

El blues del daladala



Los tanzanos, por lo general, suelen ser gente tranquila y amigable. Cual transformación licantrópica, todo cambia, sin embargo, en cualquier estación de autobuses de Dar una vez que el sol se ha puesto y se trata de coger un daladala de vuelta a casa. En esos momentos, las otrora tiernas madres se echan sus retoños a la espalda y los usan como arma arrojadiza, a la vez que muerden y arañan y tratan de clavarte los codos en las zonas blandas. También los caballeros respetables te atizan con su impoluto maletín de piel en la cabeza y, en general, se establece una feroz lucha por la supervivencia que acaba con algunos dentro del daladala, otros maldiciendo, y con un reguero general de sudor y en ocasiones también, sospecho, moratones. Al impresionante espectáculo parece contribuir también el hecho de que no parece existir una ley de conservación del número de daladalas, al menos en el caso de Ciudad Caos: mientras que desde aquí hay un goteo constante de vehículos hacia todas las estaciones de Dar, los daladalas de vuelta salen con cuentagotas (que bonita y fluida me ha quedado la.metáfora) Sospecho que en algún sitio debe haber un vórtice multidimensional que se traga el exceso de autobuses y los envía a un universo paralelo en el que lo difícil es ir desde Ciudad Caos hasta Dar, pero todavía tengo que comprobar este extremo.

Eso sí, la escasez vehicular también hace posible que el viaje sea extremadamente animado: dicen que el roce hace el cariño, y dentro del daladala hay unas 17 personas por metro cuadrado, así que se establecen animados debates sobre las más diversas temáticas; ayer por ejemplo, sobre desempleo, educación y gobierno (vaya, nada nuevo bajo el firmamento), aunque otros días también sobre la selección tanzana de fútbol (a pesar de que aquí hay poco que debatir, dado que siempre pierden, pero siempre hay alguien dispuesto a defender con uñas y dientes que son los mejores del mundo) u otros asuntos. Estas discusiones suelen implicar a una parte importante de los viajeros y ser bastante encendidas, de manera que al principio, cuando uno no entiende ni papa de lo que están diciendo, parece más bien que la gente se está quejando amargamente por algo que está pasando dentro del autobús.

Hablando de fútbol, aquí tienen una verdadera pasión por ese deporte. La liga siempre se la disputan los dos mismos equipos, el Simba y el Yanga, los dos basados en Dar es Salaam, aunque este año ha estado en la pomada también el Azam, cuyo campo está muy cerca de Uvikiuta (la ONG donde viví los primeros meses). Aquí en la región de Dar es Salaam, la pregunta no es "¿de qué equipo eres?" sino "¿Simba o Yanga?" y la rivalidad entre ambos equipos es tanto o más encarnizada que entre Madrid y Barça. Este año el Simba, que ha ganado la liga, le metió 5 al Yanga (4 de penalti) en la segunda vuelta, y todavía tienen coña con esto. En cualquier caso, lo que más les gusta son las ligas extranjeras, sobre todo la inglesa, y casi todo el mundo es del Manchester, Chelsea o Arsenal (el día que el Chelsea ganó la Champions hubo celebración por todo lo alto).  

He estado un par de veces en partidos de fútbol, una en el campo del Azam (que es más pequeño, en cuanto aforo, que el campo de la Complutense) y otra en el estadio nacional, cuyo tamaño es ya más respetable. El precio de la entrada más barata, suele ser, para cualquier partido, de 5000 chelines tanzanos, es decir unos 2.5 euros, que es bastante asequible incluso para los locales (no se ha llegado, por tanto, a la locura de precios de España. Además, uno puede comprar la entrada más barata y sentarse luego donde quiera, siempre que haya un pequeño incentivo económico de por medio para el guarda de seguridad). Decía que la rivalidad entre Simba y Yanga es bastante encarnizada, y como muestra un botón: el día que fui al estadio nacional jugaba el Simba contra un equipo de Ruanda -una especie de Champions League africana- y multitud de hinchas del Yanga se compraron una entrada para animar (de manera bastante ruidosa) a los ruandeses. En el intermedio, claro, hubo leña, pero todo el mundo (incluso los que recibían) parecía pasárselo muy bien.   

En la escuela también tenemos un equipo de fútbol, y últimamente lo están haciendo muy bien. Tan bien, que dos profesores (y no es que nos sobren) han decidido dejar de dar clase y dedicarse en exclusiva a entrenar el equipo. Entre ellos el profesor de Matemáticas y Física al que se supone que ayudo, con lo cual se da la paradójica situación de que todas las clases las damos profesores voluntarios (i.e. yo) o contratados a tiempo parcial (hay otros tres o cuatro) mientras que el profesor titular hace de Mourinho. También es llamativo que los jugadores hayan sido eximidos casi por completo de la obligación de asistir a clase, pero no pasa nada y todo el mundo está muy contento porque a dos de los chicos les está haciendo una prueba un equipo de Kenya (la verdad sea dicha, para jugar bien en un campo como el de Msongola, que básicamente es de arena de playa con algunos parches de malas hierbas aquí y allá y sin ni siquiera límites bien definidos, hay que ser mejor que Messi). Y después de cada partido se escriben los resultados en la pizarra de la sala de profesores y todo el mundo se regocija mientras la escuela, en todos los demás aspectos, sigue funcionando de manera desastrosa.

No ha hablado mucho de la escuela en el blog, y la verdad es que es difícil sintetizar todas las cosas que funcionan mal y que contribuyen a los resultados estrepitosamente malos que cada año obtienen en la selectividad. Y si creéis que con lo de "estrepitósamente malos" estoy exagerando, echad un vistazo a estas cifras: el año pasado, 122 alumnos presentados, 95 suspensos y 27 aprobados con la peor nota (División 4). Dejadme que explique un poco más el sistema de calificación de la selectividad: las notas se dividen por tramos, desde División 1 (que son los mejores) hasta División 4 (los que rozan el suspenso), y finalmente División 0 (los suspensos). Para obtener División 0, como consiguieron el año pasado 95 estudiantes de Msongola, hay que suspender todas las asignaturas (salvo quizá una).  Si todavía no estáis suficientemente impresionados, dejadme que añada un dato adicional: aquí se aprueba con un 2 sobre 10. Es decir, que el año pasado 95 alumnos sacaron menos de un 2 en al menos 6 de las 7 asignaturas. 

Para poder pasar a bachillerato (esta selectividad es entre 4º de ESO y Bachillerato; al final de bachillerato hacen otra) es necesario obtener como mínimo División 3 (con División 4 todavía puedes hacer algunas cosas como profesor de primaria o enfermería, que aquí no son estudios superiores). Eso significa que el resumen de los resultados del año pasado es que NINGÚN alumno pudo seguir estudiando hacia la universidad. A pesar de los resultados trágicos, Msongola ocupa aproximadamente el lugar 3000 (de entre 3600 escuelas) en el ranking, lo cual quiere decir que otras 600 escuelas en el país son, sorprendentemente, aún peores.

Si los resultados globales son como para echarse a llorar, en Matemáticas en particular son directamente como para arrancarse los ojos: 118 suspensos y 4 aprobados con la peor nota.Y lo peor de todo es que no creo que este año las cosas vayan a cambiar mucho a pesar de mi participación.

Lo más llamativo de la escuela es que los profesores no siguen ningún tipo de horario. Es decir, existe un horario, pero todo el mundo se lo pasa por el forro y da clase cuando le da la gana. Básicamente, si te ves con ganas de dar clase, preguntas, ¿hay algún profesor en la clase 4A?, y si la respuesta es negativa y no te ha venido una desgana momentánea, pues vas y enseñas. El primer horario que diseñó el director académico ya demostraba muy a las claras que mucho no lo usaban: había profesores que tenían que estar a la misma hora en tres o cuatro aulas diferentes o grupos de estudiantes de Letras que, según el horario, tenían clase de Física y Química. Tras quejarme yo amargamente de manera repetida, y supongo que por vergüenza torera, después de dos o tres meses lo cambiaron por otro un poco mejor (y en el que además sale mi nombre!) pero que el personal docente sigue ignorando por completo. Para ellos es muy cómodo, dado que, por ejemplo, faltan a la escuela el día que quieren (incluso durante periodos de una o dos semanas) con la mayor de las alegrías. Recuerdo que una profesora me dijo un día: "sí, si tienes mucha razón con lo del horario...pero entonces, ¿que quieres?¿que si un día tengo un asunto personal que resolver no pueda hacerlo porque tengo forzosamente que venir a clase?". Claro, cuando te responden con argumentos como este, entiendes rápidamente que convencer al oponente dialéctico es poco menos que imposible. El caso es que para los alumnos el sistema también resulta poco menos que óptimo, dado que con los desajustes que, inevitablemente y de manera constante, se producen, cada día se pasan un par de horas como mínimo sin ningún profesor. A veces algún profesor, incluso, les pasa las notas a los alumnos para que las copien en la pizarra mientras ellos hacen algo más valioso con su tiempo. Claro, así, es difícil.

En teoría, la escuela empieza cada día a las 8; en la práctica, nunca antes de las 8:40. En esos 40 minutos, los alumnos se dedican a limpiar el complejo, a traer agua, a limpiar los baños y las aulas y finalmente (y eso, por Dios, que no falte nunca) a formar en el patio, dar unos pasos militares dirigidos por un alumno ("Students! Attention! At ease! Attention! At ease!", algo parecido a "¡Izquierda!, ¡Derecha!") y cantar el himno nacional u otra canción patriótica. También es el momento en que algunos alumnos dicen unas palabras (pocas, porque su inglés tampoco da para más) dirigidas a motivar a sus compañeros, en lo que se conoce como el "Morning Speech". Y todo eso está muy bien, pero si perdemos tres cuartos de hora de clase, pues ya no tanto.

Como digo, me podría eternizar describiendo todos los problemas que hay en la escuela y que hacen muy difícil, por no decir imposible, el éxito de los alumnos. Por ejemplo, el hecho de que la educación secundaria sea en inglés (¡después de haber hecho toda la primaria en suajili!), idioma que ni los estudiantes (algunos de ellos incapaces de decir "I need to go to the toilet" después de cuatro años -en teoría- dando clase en ingles) ni tampoco los profesores dominan (ni siquiera los profesores de inglés, algunos de los cuales son incapaces de mantener una conversación básica). Claro, imaginaos que en España llegas a 1º de ESO y dices, "hale, ahora todo en inglés". Habría suicidios colectivos.

La preparación de los (al menos de algunos) profesores se me antoja otro factor determinante. Si uno supera la selectividad anterior al Bachillerato pero luego fracasa en la selectividad después del Bachillerato, no puede estudiar una carrera universitaria. Pero todavía le queda una salida: convertirse en profesor de secundaria. Parece difícil pensar que alguien que no ha tenido el nivel suficiente para ir a la universidad pueda resultar un buen profesor, pero así son las cosas. Probablemente no hay universitarios suficientes como para cubrir las plazas del profesorado y esta es la única salida, al menos de momento.    

Otros factores importantes son el hecho de que muchos estudiantes vivan a dos y tres horas de distancia, o la falta de interés de algunos profesores: por ejemplo, tenemos un laboratorio con una mesa bastante decente, pero está siempre ocupada con botellas, matraces, probetas y elementos de todo tipo, de manera que para hacer los experimentos hay que trasladar el material pertinente a las aulas. Le he dicho mil veces a la profesora de Química que por qué no ponemos unas estanterías o mesas pequeñas alrededor para poner el material y ella me va diciendo que sí, que ya lo tiene en mente y que hay que hacerlo, pero nunca lo hace.

Otro ejemplo: hay profesores que, cuando un grupo de alumnos que está realmente interesado en hacer las cosas bien les pide realizar exámenes voluntarios después de clase (pagando ellos mismos las fotocopias!), responden que no tienen tiempo para eso... a pesar de que se pasan 2 o 3 horas cada día charlando en la sala de profesores. Son esos mismos profesores los que, preguntados por las causas de los malos resultados de la escuela, te responden, con un par de huevos, que "los alumnos no se implican".  Ahí le has dao. 

Ahora estamos de exámenes. Cada profesor prepara su examen a mano y luego hay una persona (ajena a la escuela) que los pasa todos a ordenador y hace las fotocopias. En ese proceso, la persona en cuestión (que debe de ser tuerta de los dos ojos) introduce una media de 15 errores (algunos de ellos muy significativos) en cada examen. Los profesores tampoco revisan las fotocopias antes del propio día del examen (en ocasiones porque las fotocopias llegan en el último momento) con lo cual el propio día del examen hay que corregir en la pizarra todos los fallos (en 5 o 6 aulas diferentes), con la consiguiente pérdida de energía y tiempo por parte de los estudiantes. Más aún: con ello les estamos transmitiendo inconscientemente unos valores equivocados, la idea de que no es necesario ser riguroso ni hacer las cosas bien. El otro día acabé tan cabreado que estuve por escribir en la pizarra de la sala de profesores (la misma que aún contiene un par de resultados del equipo de fútbol): "The mistakes in the photocopies are a shame for all of us. But it doesn't matter since the football team is doing great!". Al final, me contuve. Después de todo, no es tan diferente de lo que pasa en otras latitudes con la selección española, gracias a la cual el "rescatador barbudo" (como llama Boyero a Rajoy) disfruta de algo más de aire del que se merece.

Siento la extensión de este post y buenas noches a todos...cuidado si tenéis que coger un daladala de vuelta a casa...pero tened en cuenta que un uso excesivo de la bici os puede dejar el culo cuadrado. Lo digo por experiencia.

FOTOS: Mi habitación (con mi "hermano pequeño" Steve y en un estado típico de entropía) y mi bicicleta (en el orfanato. con Husna, Stevu, Dari y Neema)

VIDEO: "Hakunaga" y "Sawa sawa", con diferencia las canciones más populares por estas latitudes.

lunes, 14 de mayo de 2012

Blogman returns

Hoy hace un mes que comencé (después de tres semanas en España gozando de duchas de agua caliente, lavadoras y aceite de oliva) el segundo período de mi aventura tanzana, y me ha parecido un buen momento, al menos un tan bueno como otro cualquiera, para comenzar de nuevo a escribir en el blog. Vamos a ver si escribo un poco menos (intentaré limitarme a los 3.000.000 de caracteres por entrada) pero más frecuentemente...a ver si semos capases!

Antes de nada, me gustaría dar las gracias públicamente a la gente que ha recaudado y donado dinero, ropa u otras cosas para el orfanato: Víctor, Laia y Arnau, Lara, África y también mi señora madre, muchas gracias por vuestra ilusión y generosidad, ya iré explicando que vamos haciendo con el dinero.

Como algunos de vosotros ya sabéis, en esta segunda "stage" he decidido liarme la manta a la cabeza,  desligarme de la ONG con la que estaba colaborando e irme a vivir por mi cuenta. El motivo ha sido básicamente económico: después de 6 meses sin sueldo y con otros 6 en el horizonte, no está el horno para muchos bollos, y vivir por mi cuenta me sale considerablemente más barato.

Ahora vivo en Mbagala - Rangi3, conocida por algunos (al menos por uno) como "Ciudad-caos". Tengo una habitación relativamente grande que he tenido que amueblar yo (aquí esto de alquilar con muebles no se lleva), pero que ha quedado bastante cuca con su cama de 1.80 por 1.20, su mesa y su silla y su cortina de florecillas (fin del mobiliario). Tengo electricidad, lo cual es una mejora cualitativa ciertamente significativa, y agua dentro de la casa. No, no, no os asustéis: no he dicho que tenga agua corriente ni que haya dejado de ducharme con cubos ni nada parecido. Simplemente hay un grifo en el patio, así que se acabaron los viajes al pozo a las 6 de la mañana.

En la casa viven un par de familias de gentes tanzanas. Son gente joven (el que me alquiló la habitación tiene 31, hay otro de 27...) y en total debe haber como 7 personas (digo "debe haber" porque aquí hay un número de gente indeterminado que entra y sale como Pedro por su casa y en algunos casos, por raro que parezca, me resulta difícil dilucidar si son gente que vive en la casa o que está de paso), incluyendo un chaval de 16 años y una niña de 2. Les pago un poco de dinero extra y ceno con ellos y así no tengo que cocinar, cosa que, teniendo en cuenta que aquí "lo que se lleva" es la cocina con carbón, es una ventaja nada desdeñable. En total, con agua, electricidad y cenas, pago unos 50-55 euros al mes, precio que hace que a uno le den ganas de trabajar 3 o 4 años en Europa, hacer unos ahorrillos, y pasar el resto de su vida en Tanzania tocándose la barriga

Ciudad-caos está un poco lejos de Msongola, el pueblo de la escuela (1 hora de puerta a puerta si voy en daladala) y el daladala no es especialmente barato (unos 75 céntimos ida y vuelta). Sí, lo sé, he perdido un poco la perspectiva con esto de los precios; el otro día tuve un momento en que fui plenamente consciente de esto: fui a cortarme el pelo y en la peluquería habían subido el precio de 1000 a 1500 chelines (es decir, de 50 a 75 céntimos) pues menudo mosqueo que me llevé, macho! (Qué? Que ahora vale 1500?? Menudo robo!!). En las peluquerías tanzanas la tijera no es un artículo esencial, supongo que debido a las características del pelo tanzano, que no destaca precisamente por su finura. Eso sí, manejan la maquinilla como los ángeles: podrían recortarte las pestañas y los pelillos de la nariz y ni te enterarías. Y en el nada improbable caso de corte de electricidad, a veces incluso se animan a seguir con una cuchilla de afeitar de las de Gillette (me refiero a solo la cuchilla de metal, sin mango ni nada!). Bueno, a decir verdad esto solo me ha pasado un vez y cuando me estaba cortando la barba, no el pelo, pero he de decir que pase unos momentos críticos dado que le tengo un cierto aprecio a mi yugular y el tio no usaba ni espuma ni nada, cuchilla y a saco Paco. En la mayoría de peluquerías tienen un cartel (invariablemente el mismo) con 100 dibujos de diferentes peinados, algunos de lo más estrambótico, y tú tienes que decirle al peluquero cuál quieres. Claro, en mi condición de persona con "coronillus incipientus", de los 100 peinados hay 97 que son irrealizables, pero aún así te preguntan y te hacen pasar el mal rato.

El caso, decía, es que el daladala de Ciudad Caos a Msongola es un poco caro, así que he decidido comprarme una bici y así además hago ejercicio. He conseguido una bici bastante chula (ya os mandaré una foto), con lo cual he ampliado a 5 el número de ciudades donde me he comprado un velocípedo, cifra nada desdeñable.Tardo más o menos lo mismo (unos 55 minutos, de hecho), lo cual habla mucho y mal de la velocidad media del daladala tanzano, con la ventaja añadida de que llego bien despierto a base de arriesgar mi vida entre los daladalas que se lanzan constantemente al arcén a recoger pasajeros.

Bueno, vamos acabando con la entrada, que si bien la batalla de la brevedad ya la hemos perdido, intentaremos no caer al menos en la pesadez extrema. Hoy me he sorprendido a mí mismo tirando una cáscara de plátano a la calle. La verdad es que tampoco hay muchas mejores cosas que hacer con ella, dado que no hay papeleras ni servicio de recogida de ningún tipo. Según tengo entendido, hay algunas "dumping areas" pero tampoco tengo muy claro donde están. El caso es que aquí la gente tira su mierdecilla en cualquier sitio sin pensarlo demasiado y aunque a mí todavía me cuesta, pues allí donde fueres haz lo que vieres.

Otras cosas, sin embargo, funcionan mejor que en el primer mundo. Aquí cuando algo se estropea o se rompe se arregla una, diez y cien veces si es necesario, lo cual, personalmente, me mola. Por todos lados hay gente con máquinas de coser que arreglan ropa o que te la hacen si les llevas la tela, y también se cosen los zapatos rotos con un hilo fuerte que tienen a tal fin; por todos lados hay "fundi ya simu, ya redio, ya telivisheni, ya fridge, ya baiskeli.." (reparador de teléfonos móviles, radios, televisiones, frigoríficos, bicicletas). También las botellas de cristal (las latas apenas existen y las botellas de plástico solo prácticamente para el agua mineral) se devuelven y rellenan, y los cubos donde se vende el aceite son los que luego usa la gente para lavar la ropa o recoger agua o guardar cosas. Iguales o similares cosas hacíamos los españolitos en un pasado no tan remoto, pero poco a poco, lamentablemente, se ha ido imponiendo la cultura del usar y tirar. No solo en esto sino en otras muchas cosas (otro día ahondaré más en este tema) Tanzania se parece a cómo era España hace 40 o 50 años.

Bien, lo dejo por hoy. Abrazos y besos para todos y todas, especialmente para los papás y mamás recientes. Espero que después de tanto tiempo me quede algún lector!