lunes, 21 de enero de 2013

Life finds a way








Hay pocas cosas más duras que contemplar impotentes el ocaso de un ser vivo que no tiene ganas de vivir. Ayer murió uno de los tres perritos recién nacidos que los niños del orfanato sacaron no-sé-de-donde-diablos hace unas semanas. Desde hace unos días nos dábamos cuenta de que a ese perro le pasaba algo, la mayoría de las veces se negaba a comer y no quería jugar ni correteaba alegremente como sus "hermanos". Pero solo ayer me di cuenta de que el perro iba a morir de manera inminente si no conseguíamos que comiese: las costillas se marcaban en su pequeño cuerpecillo de un modo que ya no dejaba lugar a la duda. Estuve intentando durante una hora que comiese algo: pescado, ugali, judías, comida para pollos y hasta verduras o fruta, sólido, triturado o líquido, pero todo sin éxito. Aunque yo aún no lo sabía, ya era demasiado tarde: él ya se había rendido.

Me fui a dormir la siesta y me lo llevé conmigo, y lo puse encima de mi pecho. Pensé que si se acostumbraba a mí, si cogía confianza, tal vez luego aceptase la comida que yo le daba. Además fuera hacía bastante viento, y el perrillo estaba bastante débil. Estuvo un rato así, encima mío, pero luego empezó a protestar y a querer bajar y al final acabé dejando que lo hiciera. Recorrió un par de metros en el suelo, se acurrucó debajo de una cama y se quedó ahí muy quietecito. Un par de horas más tarde, uno de los niños lo encontró en la misma posición, ya sin vida.

La manera en que los niños afrontaron la muerte del animal me sorprendió un tanto. Doy fe de que a ellos les encantan esos perrillos: los cuidan, los alimentan, juegan con ellos y hasta -no sin gran esfuerzo- les han construido una pequeña caseta (ver foto) para que duerman dentro.  Sin embargo, recibieron la muerte de uno de ellos con total naturalidad, hasta hicieron algunas bromas, lo enterraron rápidamente y a otra cosa mariposa. No sé si la falta de dramatismo se debe a que para ellos los animales ocupan un estatus inferior, a que la presencia de la muerte es mucho más cercana por estos lares o a una mezcla de ambas cosas. 

En cualquier caso, estos niños si que tienen unas ganas locas de vivir y lo demuestran constantemente, sobreponiéndose a cualquier circunstancia adversa que pudiera acontecer. Justo cuando llegué al orfanato, directo del aeropuerto, el viernes de la semana pasada, me encontré a la familia que trabajaba en el orfanato cuidando a los niños y cocinando con las maletas hechas y dispuesta a abandonar el frente, hartos de los continuos problemas para recibir su sueldo y de la escasez continua de comida. Desde ese momento, hemos estado solos los niños y yo, hasta este jueves que ha llegado otra chica para ocuparse de cocinar y limpiar.

Durante los días que han estado solos (bueno, conmigo que es incluso peor) los niños han funcionado de manera independiente como una máquina bien engrasada. Han limpiado, han cocinado, se han bañado dos veces al día, han dado de comer a los animales, han cortado leña, han ido a la escuela, se han ido a dormir a la hora que tocaba y se han levantado con el sol, todo sin necesidad de ningún tipo de liderazgo por mi parte. Cada cual ha hecho lo suyo y todos han contribuido y la vida en el orfanato ha seguido su curso como si tal cosa, y los niños felices como perdices. Me gustaría saber cuantos niños de 13-14 años (algunos incluso más pequeños) del "primer mundo" serían así de autosuficientes.

Y la vida sigue, a pesar de que 4 de los niños ya no están aquí (3 han ido a vivir con familiares, 1 más está viviendo con los dueños del orfanato). Uno podría pensar que la pérdida de 4 miembros en una familia de 17 (o la pérdida de 6 miembros, si tenemos en cuenta a los niños de la familia que trabajaba aquí), tan unida como esta, podría causar estragos. Sin embargo, aquí están acostumbrados a estas cosas y a otras peores, y aceptan con deportividad lo que les echen.

Ayer por la tarde murió un perro. Casi por sorpresa, durante la noche, una de las dos vacas del orfanato ha dado a luz. La vida siempre se abre camino. Y en Msongola más que en ningún sitio.

2 comentarios:

  1. Relato formidable. Sobran las palabras. Esperemos que la llegada de la nueva señora ayude a que el engranaje siga funcionando igual de bien ¡Esos chicos son los mejores! Se lo puedes decir en mi nombre. Un abrazo.

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  2. cuantas cosas tenemos que aprender de esos niñós...

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